EEUU y sus vasallos europeos fingen desconocer las causas que no dejaron a Rusia otra opción que suspender el acuerdo de exportación de granos a través del mar Negro desde puertos de Ucrania.
Destinada a garantizar la llegada de cereales ucranianos a los mercados internacionales, incluidos los países más pobres y necesitados, la llamada Iniciativa de Granos del Mar Negro fue aprovechada por los países más ricos, sobre todo los de la Unión Europea, para acaparar el grueso de los cereales exportados por el régimen de Kiev en unos barcos que, al volver a Ucrania, llevaban en sus bodegas armas de la OTAN.
Por si fuera poco, el régimen de Kiev usó en reiteradas ocasiones el corredor naval pactado con Rusia con tal de poder sacar el cereal ucraniano para cometer atentados terroristas contra infraestructuras rusas con drones marítimos.
La paciencia de Rusia, que aceptó prorrogar tres veces el acuerdo de granos, en vigor desde julio del año pasado, se colmó hace unas semanas, poco después de un nuevo ataque terrorista ucraniano que volvió a dañar el puente de Crimea y asesinó a los padres de una niña que viajaba con su mamá y papá a la península para pasar las vacaciones.
De acuerdo con Moscú, los casi 12 meses que duró el acuerdo, que expiró el pasado mes de julio ante la negativa del Kremlin de prolongarlo, fue un plazo de tiempo más que suficiente para que también se cumplan las obligaciones ante Rusia estipuladas en el documento.
Pero no se cumplió ninguna, a pesar del compromiso asumido por la ONU para que se atiendan las demandas rusas. Unas demandas que, en caso de cumplirse, aportarán mucho a una seguridad alimentaria global tan pregonada por el Occidente colectivo, es decir, Washington y sus súbditos europeos.
¿Cuáles son las demandas de Rusia? Muy claras, muy concretas y para nada imposibles.
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